martes, 28 de junio de 2016

CÓMO SUPERAR EL BLOQUEO


Tras las declaraciones de rigor de la noche electoral y los primeros posicionamientos, que siempre conllevan una descompresión acelerada para pasar de la campaña a la realidad, ahora toca encarar la gestión de unos resultados que no facilitan la investidura, y menos aún la estabilidad política.
La ciudadanía y los medios piden capacidad de pacto, para luego exigir a los partidos firmeza e incluso intransigencia en la defensa de los principios y propuestas de cada uno. Todo, a la vez, es un poco difícil, especialmente en un país donde se identifica pacto con debilidad y donde el sistema electoral ha hecho innecesarios, hasta ahora, los pactos. La acumulación y cruce de líneas rojas convierte el itinerario del pacto en impracticable.
Tras el 26J es prioritario recordar lo que ha sido ignorado después del 20D, la situación de emergencia social no permite perder más tiempo. Y esto obliga a situar en el centro del debate de investidura todos aquellos temas que afectan las condiciones de vida de las personas y que han estado ausentes de la campaña electoral.
Desgraciadamente, hoy, con la mejora de resultados del PP, estamos en peores condiciones de encarar un cambio en las políticas sociales y en una solución para Catalunya.
Las responsabilidades están repartidas, pero tienen un elemento común: haber puesto la defensa de los medios por delante del objetivo de los fines. Y haber obviado que las líneas rojas y los condicionantes para pactar deben tener cierta relación de proporcionalidad con la fuerza de cada uno. Pese a que han aumentado las dificultades, no se puede volver a olvidar que la prioridad es dar respuesta a graves problemas económicos y sociales, así como a un grave conflicto institucional.
Tenemos una Seguridad Social que es perfectamente viable, a condición de que se adopten urgentemente medidas para garantizar su financiación. Lo que precisa un mayor esfuerzo fiscal, más justamente distribuido en términos sociales. 
Pero la viabilidad a medio plazo de la Seguridad Social depende sobre todo de la capacidad de romper con la precariedad del empleo como estrategia. Una precariedad que provoca un deterioro de la recaudación de cotizaciones sociales incluso en momentos de crecimiento del empleo.
En el horizonte tenemos también una situación de déficit y deuda pública insostenible. En 2016 se cerrará con un déficit público muy superior al presupuestado y con una deuda pública que supera el 100% del PIB. Y con la exigencia de la Unión Europea de un nuevo ajuste fiscal, que conllevaría graves recortes en términos sociales, con el consecuente aumento de la desigualdad y la pobreza.
Este debe ser el horizonte, el de las condiciones de vida de la gente, después de unas elecciones que han ganado el PP y Rajoy, pero con un resultado que no aclara quién formará gobierno y qué partido puede imponer sus políticas.
De momento, el bloqueo institucional, tanto en España como en Europa, agravado por la crisis del Brexit, está provocando que los únicos ganadores reales sean los poderes económicos y un capitalismo financiero que ostenta el verdadero poder político y que nunca había tenido tan pocos contrapesos ni controles sociales y políticos.

Las elecciones generales y lo que pase en el gobierno de España tendrá -ya lo está teniendo- una fuerte incidencia en Catalunya. A pesar de que algunos, en una nueva fuga hacia delante, piensen que nos podemos abstraer de lo que pase en España. 
Todo apunta a que el bloqueo institucional en España arrastrará también al bloqueo político en Catalunya. Una situación enquistada y que dura desde 2010.
En la batalla para configurar y ganar el relato post 26J y preelectoral en Catalunya algunos pretenden instalar el debate de la incapacidad de reformar España. Y argumentos no les faltan, a la vista de los resultados. Pero una cosa es la frustración real o impostada por la victoria del PP y la otra que entramos en dinámicas democráticamente peligrosas y políticamente frustrantes. Nunca ha sido cierto que "cuanto peor, mejor", aunque en el corto plazo a algunos les vaya bien para consolidar su relato y preparar las futuras elecciones.
Me parece muy preocupante la proliferación de valoraciones democráticamente peligrosas, que son utilizadas desde análisis diferentes e incluso intereses contrapuestos, pero con argumentaciones igualmente corrosivas en términos democráticos.
Las ideas de sociedades irreformables, pueblos que se merecen los gobiernos que tienen, ciudadanos que votan en contra de sus intereses, terminan siempre con peligrosas afirmaciones o insinuaciones de "pueblos elegidos" y "pueblos repudiables".
Es evidente que la mayoría lograda por el PP aumenta las dificultades para hacer avanzar una propuesta de referéndum pactado con el Estado español. Pero no resulta creíble considerar inviable la propuesta de referéndum y a continuación defender que es viable y políticamente efectivo un referéndum unilateral de independencia (RUI) o una declaración unilateral de independencia (DUE).
Mi experiencia como sindicalista, corredor de fondo y amante de la montaña me ha enseñado que, cuando se detecta la imposibilidad de salvar un obstáculo, lo que se hace no es aumentar la dificultad del objetivo e intentar superarlo con más obstáculos y las mismas fuerzas.
En Catalunya tenemos hoy el reto y la responsabilidad de elegir entre una nueva fuga hacia adelante o bien optar por lo que ha hecho siempre Catalunya en estos momentos; reagrupar el máximo de fuerzas en torno a un objetivo compartido y aumentar la densidad y sobre todo la intensidad de las movilizaciones.
Hay que recordar que una consulta unilateral ya se intentó el 9 de noviembre, y al final se reconvirtió en un proceso de movilización social ante la imposibilidad de concretar la consulta unilateral.
Cabe recordar algunas obviedades, como que un referéndum unilateral nacería con un déficit de legitimidad propia al no contar con el apoyo de una buena parte de la sociedad catalana, que tendría enfrente la oposición de la mayoría de fuerzas políticas españolas y el no reconocimiento de la Unión Europea, que ya tiene suficientes frentes abiertos como para abrir otro.
Los que defienden propuestas unilaterales deberían explicar cómo, en los meses transcurridos de la legislatura de la desconexión y la insumisión del 9N, han sido incapaces de adoptar ninguna acción de insumisión, ni siquiera de firmeza, y ahora de golpe nos plantean un RUI.

Deberán explicar cómo se compatibiliza presentar unos presupuestos absolutamente sumisos con las reglas de juego de España y al mismo tiempo defender una convocatoria de referéndum unilateral.
Nos tendrán que explicar cómo harán convivir políticamente un referéndum unilateral y una dependencia absoluta de la deuda pública catalana de España. Cómo desconectarse políticamente y al mismo tiempo estar enchufado económicamente a la respiración asistida del FLA.
¿Significa esto que no debemos hacer nada? Evidentemente que no, estoy planteando exactamente lo contrario. Tenemos una situación de bloqueo político, pero no podemos ni bloquearnos ni caer en la trampa de una nueva fuga hacia adelante.
Esta es la respuesta que deberá dar el presidente Puigdemont en el planteamiento de su cuestión de confianza.
Un servidor opina que para salir del bloqueo lo que hay que hacer es reagruparnos alrededor de la exigencia de un referéndum; intentar sumar a quienes han planteado la propuesta de reforma constitucional, sin referéndum previo, y ahora comprueban que con una mayoría del PP esto resulta inviable. Y proponer a la sociedad catalana un aumento de la densidad y la intensidad de las movilizaciones.
Y mientras tanto, no olvidar en ningún caso la situación de emergencia social que viven amplias capas de la ciudadanía, que por cierto son las que tienen unos mayores índices de abstención electoral y política. Para muchas  personas, la utopía es una utopía más modesta y más cotidiana: salir de la pobreza en la que están atrapadas.

COM SUPERAR EL BLOQUEIG


Després de les declaracions rituals de la nit electorali dels primers posicionaments, que sempre comporten una descompressió accelerada per passar de la campanya a la realitat, ara toca encarar la gestió d’uns resultats que no faciliten la investidura, i menys l’estabilitat política.

La ciutadania i els mitjans demanen capacitat de pacte, per a continuació exigir als partits fermesa i fins i tot intransigència en la defensa dels principis i propostes de cadascú. Tot, alhora, és una mica difícil, especialment en un país on s’identifica pacte amb feblesa i on el sistema electoral ha fet innecessaris, fins ara, els pactes. L’acumulació i creuament de línies vermelles converteix l’itinerari del pacte en impracticable.

Després del 26J és prioritari recordar allò que ha estat ignorat després del 20D, la situació d’emergència social no permet perdre més temps. I això obliga a situar en el centre del debat d’investidura tots aquells temes que afecten les condicions de vida de les persones i que han estat absents de la campanya electoral.

Malauradament, avui, amb la millora de resultats del PP, estem en pitjors condicions d’encarar un canvi en les polítiques socials i en una solució per a Catalunya.

Les responsabilitats estan repartides, però tenen un element comú: haver posat la defensa dels mitjans per davant de l’objectiu dels fins. I haver obviat que les línies vermelles i els condicionants per pactar han de tenir certa relació de proporcionalitat amb la força de cadascú. Malgrat han augmentat les dificultats, no es pot tornar a oblidar que la prioritat és donar resposta a greus problemes econòmics i socials i a un greu conflicte institucional.

Tenim una Seguretat Social que és perfectament viable, a condició que s’adoptin urgentment mesures per garantir el seu finançament. La qual cosa precisa un major esforç fiscal, més justament distribuït en termes socials.  

Però la viabilitat a mig termini de la Seguretat Social depèn sobre tot de la capacitat de trencar amb la precarietat de l’ocupació com a estratègia. Una precarietat que provoca un deteriorament de la recaptació de cotitzacions socials fins i tot en moments de creixement de l’ocupació.

En l’horitzó tenim també una situació de dèficit i deute públic insostenible. El 2016 es tancarà amb un dèficit públic molt superior al pressupostat i amb un deute públic que ja supera el 100% del PIB. I amb l’exigència de la Unió Europea de nou ajust fiscal, que comportaria greus retallades en termes socials, amb el conseqüent augment de la desigualtat i la pobresa.

Aquest ha de ser l’horitzó, el de les condicions de vida de la gent, després d’unes eleccions que han guanyat el PP i Rajoy, però en el resultat de les quals no queda clar qui formarà govern i cap partit pot imposar les seves polítiques.

De moment, el bloqueig institucional, tant a Espanya com a Europa, agreujat per la crisi del Brèxit, està provocant que els únics guanyadors reals siguin els poders econòmics i un capitalisme financer que ostenta el veritable poder polític i que mai no havia tingut tan pocs contrapesos ni controls socials i polítics.

Les eleccions generals i el que passi al govern d’Espanya tindrà –ja l’està tenint– una forta incidència a Catalunya. Malgrat alguns, en una nova fuga cap endavant, pensin que ens podem abstraure del que passi a l’Estat espanyol. 

Tot apunta que el bloqueig institucional a Espanya arrossegarà també al bloqueig polític a Catalunya. Una situació enquistada i que dura des del 2010.

En la batalla per configurar i guanyar el relat post 26J i preelectoral a Catalunya, alguns pretenen instal·lar el debat de la irreformabilitat d’Espanya. I arguments no els falten, a la vista dels resultats. Però una cosa és la frustració real o impostada per la victòria del PP i l’altra que entrem en dinàmiques democràticament perilloses i políticament frustrants. Mai no ha estat cert que “com pitjor, millor”, encara que en el curt termini a alguns els vagi bé per consolidar el seu relat i preparar les futures eleccions.

Em sembla molt preocupant la proliferació de valoracions democràticament perilloses, que són utilitzades des d’anàlisis diferents i fins i tot interessos contraposats, però amb argumentacions igualment corrosives en termes democràtics.

Les idees de societats irreformables, pobles que es mereixen els governs que tenen, ciutadans que voten en contra dels seus interessos, acaben sempre amb perilloses afirmacions o insinuacions de “pobles elegits” i “pobles repudiables”.

És evident que la majoria assolida pel PP augmenta les dificultats per fer avançar una proposta de referèndum pactat amb l’Estat espanyol. Però no resulta creïble considerar inviable la proposta de referèndum i a continuació defensar que és viable i políticament efectiu un referèndum unilateral d’independència (RUI) o una declaració unilateral d’independència (DUI).

La meva experiència com a sindicalista, corredor de fons i amant de la muntanya m’ha ensenyat que, quan es detecta la impossibilitat de salvar un obstacle, el que fa no és augmentar la dificultat de l’objectiu i intentar superar-lo amb més obstacles i les mateixes forces.

A Catalunya tenim avui el repte i la responsabilitat d’escollir entre una nova fuga cap endavant o bé optar pel que ha fet sempre Catalunya en aquests moments, reagrupar el màxim de forces al voltant d’un objectiu compartit i augmentar la densitat i sobretot la intensitat de les mobilitzacions.

Cal recordar que una consulta unilateral ja es va intentar el 9 de novembre, i al final es va reconvertir en un procés de mobilització social davant la impossibilitat de  concretar la consulta unilateral.

Cal recordar algunes obvietats, com que un referèndum unilateral naixeria amb un dèficit de legitimitat pròpia en no comptar amb el suport d’una bona part de la societat catalana, que tindria enfront l’oposició de la majoria de forces polítiques espanyoles i el no reconeixement de la Unió Europea, que ja té prou fronts oberts com per obrir-ne un altre.

Els que defensen propostes unilaterals haurien d’explicarcom, en els mesos transcorreguts de la legislatura de la desconnexió i la insubmissió del 9N,  han estat incapaços d’adoptar cap acció d’insubmissió, ni tan sols de fermesa, i ara de cop ens plantegen un RUI.

Hauran d’explicar com es compatibilitza presentar uns pressupostos absolutament submisos amb les regles de joc de l’Estat espanyol i al mateix temps defensar una convocatòria de referèndum unilateral.

Ens hauran d’explicar com faran conviure políticament un referèndum unilateral i una dependència absoluta del deute públic català de l’Estat espanyol. Com desconnectar-se políticament i al mateix temps estar endollat econòmicament a la respiració assistida del FLA.

Significa això que no hem de fer res? Evidentment que no, estic plantejant exactament el contrari. Tenim una situació de bloqueig polític, però no podem ni bloquejar-nos ni caure en el parany d’una nova fuga cap endavant. 

Aquesta és la resposta que haurà de donar el president Puigdemont en el planteig de la seva qüestió de confiança.

Un servidor opina que per sortir del bloqueig el que cal fer es reagrupar-nos al voltant de l’exigència d’un referèndum; intentar sumar als qui han plantejat la proposta de reforma constitucional, sense referèndum previ, i ara comproven que amb una majoria del PP això resulta inviable. I proposar a la societat catalana un augment de la densitat i la intensitat de les mobilitzacions.

I mentrestant, no oblidar en cap cas la situació d’emergència social que viuen àmplies capes de la ciutadania, que per cert són les que tenen uns majors índexs d’abstenció electoral i política. Per a moltes  persones, la utopia és una utopia més modesta i més quotidiana: sortir de la pobresa en la qual estan atrapades.

sábado, 11 de junio de 2016

LES CLAUS DE LA QÜESTIÓ  DE CONFIANÇA


Després de rebre una severa derrota política, el president Puigdemont va anunciar una qüestió de confiança per al setembre i ha desfermat tot tipus de valoracions, interpretacions i especulacions.

La meva personal valoració és que el president va fer l’única cosa que podia fer, després de comprovar que ha perdut la majoria parlamentària. I en termes democràtics és una decisió del tot respectable, malgrat tenir un fort component partidista.

Algunes veus han criticat que la qüestió de confiança es plantegi per al setembre i no ara. Sincerament no em sembla el tema central, tot i que puc entendre les sospites que es plantegen sobre la data, tenint present la quantitat de vegades que des dels governs de Mas i Junqueras s’han utilitzat els “idus de setembre” per maniobrar políticament amb l’estratègia de “pilotada cap endavant”.

D’entrada, el president Puigdemont, amb la seva decisió, ha aconseguit un múltiple efecte.

Amagar, o al menys dissimular, la derrota política de veure uns pressupostos rebutjats i la majoria parlamentària trencada quan encara no han passat 5 mesos de la seva elecció.

Recuperar certa iniciativa política i posar a la defensiva  la CUP, a la que se la intenta col·locar entre l’espasa i la paret, i la necessitat d’escollir entre aparèixer com a culpable del fracàs del full de ruta o signar un contracte d’adhesió a l’estratègia de Junts Pel Sí i el seu projecte de país.

De l’explicació del president es desprèn que ha fet una lectura parcial i molt interessada del que ha passat aquests dies. Puigdemont ha pres nota de la pèrdua de la majoria parlamentària, de la inestabilitat i la incertesa del seu acord amb la CUP.

Però continua sense assumir el més important del que ha passat durant aquests 8 mesos. El full de ruta establert en la declaració del 9N és inviable i fa aigües per tot arreu. Aquesta no és només una apreciació meva, és la constatació del que ha vingut passant des d’aquell dia. En la primera oportunitat per fer efectiva la resolució del 9N, la Presidenta del Parlament va presentar al·legacions davant el Tribunal Constitucional, amb arguments que devaluaven i degradaven la pròpia declaració del 9N i tots els mandats en ella recollits. El govern català ha continuat presentant recursos contra decisions del govern espanyol davant del Tribunal Constitucional, el mateix Tribunal al que la declaració del 9N considera il·legítim i crida a desobeir.

És cert que, entre aquestes evidències d’obediència, s’han produït tot tipus de declaracions i mocions que criden a la desobediència, més o menys camuflades. En una variable renovada de l’estratègia pujolista de tota la voida, dels “Focs Florals” per tapar la crua realitat.

I per acabar-ho de reblar, el govern presenta uns pressupostos que havien de ser, en paraules de la majoria governamental, els darrers pressupostos autonòmics, els primers pressupostos pre republicans.

I que en la realitat són uns pressupostos absolutament disciplinats amb les directius marcades pel govern espanyol en les Lleis d’estabilitat i en els acords de fixació de dèficit públic. Ho són tant en la seva orientació com en el llenguatge utilitzat i en la seva justificació i defensa en el Parlament.

Això ha estat el que CSQEP ha retret al govern, que és continuï jugant a fer uns discursos rupturistes, fins i tot de ruptura unilateral, mentre totes les actuacions es produeixen en el terreny de l’absoluta disciplina al govern i la legalitat espanyola. El que és criticable no és el respecte a la legalitat, sinó el fariseisme de dir una cosa i fer exactament la contrària. I crec que això és exactament el que li han retret, des de la seva pròpia perspectiva, el grup parlamentari de la CUP.

En la sessió de control posterior a l’anunci de la qüestió de confiança diferents grups hem preguntat al president si pensava continuar per aquest camí del fariseisme de dir una cosa i fer la contrària. I la seva resposta ha estat, com sempre, evasiva i absolutament confosa. No ha aclarit si pensa continuar amb aquesta calculada confusió. Confirmant que han fet de la confusió i de la doble moral una estratègia de supervivència.

En la resposta al company Lluís Rabell el president ha introduït un altre element de preocupació. Davant la possibilitat que en la seva qüestió de confiança incorpori com a element destacat l’ampliació del termini de 18 mesos que havia de tenir una legislatura excepcional, el president ha contestat amb la confusió de costum que no allargaria “innecessàriament” la legislatura.

Però, com fins ara la necessitat o no de dissoldre anticipadament una legislatura ha estat utilitzada reiteradament al servei no dels interessos de la societat catalana sinó d’estratègies partidistes, tot apunta que Puigdemont pot decidir la “necessitat” de perllongar la legislatura més enllà de 18 mesos.

I si ho fa, si allarga la legislatura més enllà de 18 mesos, estarem davant d’un frau democràtic de primer ordre. A la ciutadania catalana se la va cridar a les urnes, de manera anticipada, per participar en unes eleccions a les que se’ls va voler donar caràcter plebiscitari, per obtenir un mandat que es va qualificar d’excepcional i que tindria una duració també excepcional de 18 mesos. Tot això es va fer per vendre l’estratègia de donar a les eleccions un caràcter referendari que mai poden tenir.

Si ara el president intenta construir un nou relat de pilotada cap endavant per justificar l’allargament d’aquesta legislatura, estarà cometent un frau democràtic.

És d’esperar que les eleccions del 26J portin un nou escenari de govern a Espanya que permeti convocar un referèndum de comú acord i amb les regles de joc pactades. Però no tinc cap problema en reconèixer que aquest escenari ni està garantit ni és fàcil.

I en el fons, aquesta és la clau de l’estratègia que ha posat en marxa el president Puigdemont amb la qüestió de confiança. I una explicació, potser la més poderosa, del per què ha decidit aplaçar fins a setembre la moció de confiança.

Si l’escenari post 26J permet obrir pas al referèndum pactat, Puigdemont i Junts Pel Sí s’apuntaran a la proposta del referèndum, com si sempre hagués estat la seva. Obviant la quantitat de vegades que han desqualificat la proposta i als qui la defensàvem.

I si l’escenari post 26J resulta advers al referèndum, es creuran legitimats per posar de nou sobre la taula propostes d’unilateralitat. I potser justificar així, posar a zero el comptador dels 18 mesos de legislatura excepcional.   

Més enllà d’això, caldria començar a exigir al president la concreció de la seva nova estratègia. I demanar-li si continuarà defensant alguna de les formes d’unilateralitat que estan sobre la taula. Declaració Unilateral d’Independència (DUI) o Referèndum Unilateral d’Independència (RUI).

I si ho fa, que ens expliqui com pensa fer d’alguna d’aquestes opcions un mecanisme útil per avançar en el legítim exercici del dret a decidir o de la proposta d’independència.

El president, el seu govern i els que li donen suport ens hauran d’explicarcom, després de reconèixer que no té forces ni condicions per fer uns Pressupostos que facin desobediència als mandats de l’Estat espanyol, el tindrà per fer una declaració o un referèndum unilateral. I com poden conviure aquestes propostes amb la situació de dependència absoluta de les finances de la Generalitat i del seu deute públic al FLA de l’Estat espanyol.

És clar que, pensant-ho bé, tampoc és difícil d’armar una explicació. No cal que sigui coherent ni que tingui lògica. Només cal que tingui darrere el potent aparell de propaganda de la Brigada Cuirassada Mediàtica Ítaca. Un factor que ha estat clau durant aquests anys.

En el fons és la mateixa estratègia repetida mil vegades. Quan la realitat truca a la porta i fa evident que el que es planteja no té viabilitat, es busca un culpable al qui penjar-li la responsabilitat i criminalitzar-lo davant la societat catalana. És dóna una forta pilotada a la pilota per engegar-la com més lluny millor. I així es guanya temps per evitar reconèixer que el camí encetat el novembre del 2012 –dic el camí, no els legítims interessos, reivindicacions i anhels- no porta enlloc. I mentrestant, poder continuar governant per aplicar les polítiques de sempre en benefici dels de sempre.

La jugada s’ha repetit tants cops, que els jugadors ja la tenen interioritzada i la practiquen sense ni tan sols haver de pensar.

Mentre això passa, alguns haurem de batallar perquè el Parlament i el govern no perdin de vista que la principal responsabilitat és resoldre els problemes d’avui, amb les condicions d’avui, amb les propostes i solucions d’avui.


I tornar a posar sobre la taula les propostes per posar en marxa polítiques que afrontin la problemàtica de brutal augment de la pobresa i la desigualtat. En resum, treballar i lluitar perquè l’eix del conflicte social  no desaparegui del debat polític de Catalunya i, sobretot, no desaparegui de les prioritats dels poders públics.         

El bloc del Coscu

Visita el meu nou bloc. https://elblocdelcoscu.cat