viernes, 26 de abril de 2013

DESCODIFICANCO LA EPA

Es tal la brutalidad que ofrece la imagen del bosque, 6.202.700 personas desempleadas, que dificulta ver el dramatismo que se vive en su interior.
La EPA del primer trimestre de 2013 ilustra la capacidad de destrucción de empleo que tienen la política económica del PP y las obsesiones austericidas de la Troika. Pero no sólo. Y cuando se analizan en detalle, nos dicen muchas más cosas. 


De entrada, conviene destacar que los datos de desempleo no son peores porque ha caído la población activa, a consecuencia del desencanto de muchos desempleados que han dejado de buscar empleo y ya ni constan estadísticamente como activos. Ello es especialmente significativo entre jóvenes.


En relación a la población ocupada, ha caído en 322.300 personas; pero lo más grave es que lo ha hecho en todos los sectores económicos.
A diferencia de los primeros años de crisis, en que la destrucción de empleo se produjo sobre todo en la construcción (50% del total) y en las CCAA con más concentración de ladrillo, en estos momentos la destrucción de empleo es ya generalizada en todos los sectores y CCAA. Eso significa que los ajustes y las reformas han actuado como una bacteria que ha extendido la infección inicial a todo el cuerpo económico. Los niveles de desempleo actuales ya no tienen que ver con el desencadenante de la crisis, sino con el agravamiento producido por las políticas de austeridad suicida. 


El Gobierno dice ahora que nunca prometió que la Reforma Laboral creara empleo, pero la realidad es que no se ha cumplido ni uno solo de los objetivos con los que PP y CiU vendieron su voto favorable a la Reforma Laboral.
La Reforma laboral no ha mejorado la estabilidad en el empleo, al contrario. La tasa de temporalidad ha bajado, pero más a consecuencia de la destrucción masiva de empleo temporal que del crecimiento del indefinido. En el primer año de Reforma Laboral, los asalariados con contrato indefinido se han reducido en 118.400. 


Continúa cayendo también el empleo a jornada completa, mientras crece el de jornada parcial, en su inmensa mayoría no voluntario, es decir: porque a las trabajadoras que lo tienen –son mayoría las mujeres– no les queda más remedio. 


Mientras también baja el número de autónomos, sólo crecen dentro de este colectivo los llamados trabajadores independientes o empresarios sin asalariados. En la neolengua del PP, son los “emprendedores”, abocados a esta nueva modalidad sofisticada de precariedad que es ser explotadores de sí mismos. Eso sí, con un nombre de lo más sugerente: emprendedores.
Y si relacionamos los datos de la EPA con los niveles de cobertura de las prestaciones de desempleo que publica el Servicio Público de Empleo (antiguo INEM), comprobaremos que el nivel de cobertura ha caído en picado. Sólo el 63% de los parados tiene prestación y de estos cerca de la mitad reciben sólo una prestación asistencial mínima. 


Al ver estos datos de prestaciones, retumban las palabras de Rajoy justificando la reducción de las prestaciones de desempleo, acordadas en el Real Decreto Ley 20/2012 y en otros posteriores. Según el Gobierno, la reducción de prestaciones tiene como objetivo promover la búsqueda activa de empleo. O sea, que al parecer nuestro problema es que existen miles de empleos sin cubrir porque los parados tienen un excesivo nivel de prestación social y eso les desincentiva para ser contratados. 


Como pueden comprobar, si la imagen del bosque del desempleo produce escalofríos, los detalles qua aparecen cuando uno se adentra en el bosque son aún más brutales. 


Y mientras, los ciudadanos sólo reciben descalificaciones y consignas.  

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